Agosto en Sicilia, un sol picante colorea de naranja la callecita de un pueblo, alguien pasea lentamente, parándose a menudo en búsqueda de una sombra negro-azul donde descansar. Voces y ruidos se mezclan con el olor de azahar y de “arancini”, mientras el pito de una furgoneta anuncia que la “heladería itinerante” se acerca y los niños sonrientes salen corriendo de sus casas pensando en el gigante helado que pronto tendrán en sus manos… y en el centro de este escenario un Citroen Dyane 6 con el motor encendido que hace vibrar con ruidosa fuerza cada pieza del coche… el maletero está abierto: dentro hay dos sacos para dormir, una tienda, dos mochilas, unos libros, el cuaderno de viaje, la camara fotografica, botes de colores y pinceles. Dos inquietas viajeras se mueven con saltitos por un lado y el otro del coche, abren una puerta, cierran la otra, se paran a pensar y de repente una sonrisa enorme se dibuja en sus caras, mientras en la radio se escucha una cancion. Es Franco Battiato, su voz es inconfundible. Empieza recitando un poema de C. Baudelaire:
“Te invito al viaje,a ese país que se te parece tanto […]Allí todo es orden y belleza, calma y voluptuosidad. El mundo se adormece en una luz cálida de jacinto y de oro. Duermen perezosamente
los barcos vagabundos llegados de todos los confines para satisfacer tus deseos”.
La música mancha de color el aire y cada elemento se hace ligero y redondo y, como una pompa de jabón, danza lento y vuela alto, dejando el eco del pito de un tren.
“Pero los verdaderos viajeros son los únicos que parten por partir; corazones ligeros, semejantes a los globos,de su fatalidad jamás ellos se apartan y, sin saber porqué, dicen siempre: ¡Vamos!”.
Es con esta imagen que nace y se hace cada día más intenso el deseo de crear un proyecto, una invitación al viaje!
El mensaje que queremos comunicar es la inquietud hacia una sociedad que cada día se hace más líquida y donde se consume con rapidez, una sociedad en la que no hay tiempo para reflexionar, soñar o saborear la vida con tranquilidad. La “ fast life” ha afectado también a los viajeros , que se han convertido en turistas que se ven obligados a visitar el máximo número de lugares posibles en un tiempo récord.
Frente a esta velocidad estresante, nosotras proponemos el elogio del “ slow travel”, para volver a tener una percepción del mundo que esta hecho de curvas, paisajes , colores,olores,encuentros,sabores. Un movimiento lento donde nos dejaremos llevar y desviar por la improvisación y la casualidad. Un viaje donde lo que cuenta no es la meta final si no el proceso, la experiencia en sí misma.
Saldremos de Sicilia hacia Valencia, con un mapa y una brújula, siguiendo caminos alternativos, cruzando pueblos, subiendo a una montaña o bajando al mar. No tendremos la seguridad de unas vacaciones organizadas ni la velocidad y la comodidad de un coche nuevo....pero recuperaremos nuestro tiempo y la libertad de escoger un camino, y sin saber porqué, decir siempre: ¡Vamos!”.
Eso si, con la calma, con mucha calma!!!!!!